viernes, diciembre 24, 2010

Brindis de sal



Ella le miró con emoción. Casi temblaba. Había pasado mucho tiempo. Demasiado. Cuántas veces creó en su mundo paralelo esta situación. Pero era imposible. Jamás estuvieran juntos un día de Nochebuena hasta este momento. Él estaba conectado a un respirador. Estaba consciente. Los ojos húmedos delataban una sincronía con el sentimiento de Louise.

-Si no fuera porque casi te matas no existiría este momento, Leopold. Me parece lamentable, querido.
Él no podía hablar. No existía ningún impedimento físico, pero un nudo en la garganta, la espesura mental tras la anestesia, ese maldito calor de hospital le impedían expresar todo lo que hubiese deseado.

-No seas injusta.

Louise lo encontró. El coche había volcado, pero no llegó a arder. Sólo había cientos de cristales en el salpicadero, en su cuerpo, por doquier. Una miríada de estrellas cortantes, que dejaron cicatrices en su cara, en su cuerpo. Ese cuerpo tan deseado todavía. Después de aquello se envalentonó y rompió su norma. Esa norma que separaba el amor de la familia. Le dijo adiós a su familia para construir otra al lado de Louise ¡Pero era tan tarde!

-Amor mío. Míranos. Somos casi ancianos. No te podré dar hijos. No te voy a torturar ahora pero has de entender, cuántos días como éste estuve sola esperándote. Esperando una señal de que las cosas iban a cambiar. Yo estaba sola, pero tú también, entre esa multitud de familia tuya.

-Pero hoy estamos juntos, dijo Leopold.

Una lágrima parecía querer escapar de sus cuencas. Indeciso hasta para llorar pensó Louise.

Se abrazaron. Se oía el jaleo de enfermeras brindando y celebrando la Navidad. Al segundo apareció una de ellas.

Aunque el paciente no pueda beber, usted sí puede. Venga con nosotras a tomar una copa.
Y así fue como Louise, después de 20 años de supuesta soltería, celebró la Navidad con calor humano. Esas mujeres en la noche. Su amor convaleciente. Había sido muy duro llegar hasta ahí pero ella no dudaba. Ella nunca tuvo miedo y rompió a llorar. Y sus lágrimas se colaron en la boca. Lágrimas con sabor a sidra y olor de hospital.

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