sábado, diciembre 10, 2011

Caperucita ninja mata a Blancanieves


Decía el maestro de periodistas Richard Kapuscinski, que él no tenía una vocación, que tenía una misión. Por eso cuando políticos y población civil juegan con nuestro derecho a opinar, e incluso con nuestro derecho a preguntar, me cuestiono si ésta es, de verdad de la buena, una sociedad democrática.
El otro día una tuitera criticaba a una comunicadora de gran prestigio porque emitía su opinión, al igual que hacen otros caballeros de las ondas. Pero, ah, ella no debía. Por dos razones. Primera: decía algo que no le gustaba. Segunda: era mujer y sin paranoias afirmo aquí y ahora que ser mujer y no ajustarse al estereotipo - es decir, ser independiente y no tener pelos en la lengua- se paga muy caro. Nosotras hemos de ser Blancanieves o Cenicientas, dormidas en nuestro estercolero decrépito a la espera de que un príncipe nos rescate. La que se sale del tiesto, colleja.
Hace poco una entrevistadora relamida de la ABC Channel le recriminaba a la Streisand su perfeccionismo. Ella le contestó: si fuera un hombre, sería una cualidad maravillosa, pero como no, soy un 'pain in the ass'. Dicho en machista paladino: un auténtico coñazo. En 'El color púrpura' el maltratador de la protagonista le escupía su desgracia a la cara: «Eres pobre, eres negra, eres mujer y eres fea. No eres nada». Así eran las cosas y no podemos permitir dar un paso atrás. Prefiero ser caperucita Ninja a Blancanieves -qué pava la pobre, todo el día roncando- e impedir que el poder y la ignorancia atrevida nos cierren la boca ¿Por qué no tengo derecho a opinar cuando todo el mundo lo hace? El periodista con más motivo. Está entrenado para seleccionar, cortar y pegar fragmentos de realidad. Tiene el olfato más entrenado que cualquier escritor superventas para saber qué ruge en las calles.
Esta caperucita Ninja no se callará ni bajo el agua. Ojo, opinar conlleva sus riesgos. Porque podría escribir sobre chorradas y prefiero mojarme y tocarle las pelotas a quien corresponda. Porque sepan que es así. Esto molesta pero ¿Por qué iba a ser menos chula yo que Pérez Reverte?
Manuel Vicent describió el columnismo como una mezcla de terrorismo y lirismo. El peculiar Umbral decía que el artículo «era la flecha rápida que se dispara al aire». Esto es acción, es diálogo y debate. Sin mesianismos, he de aprovechar este privilegio y que el arma de la palabra rompa los muros del sectarismo, venga de donde venga.
Prefiero ser mariposa del aire y dudar y escuchar que encerrarme en el sepulcro de las certezas. Desde mi imperfección, cumplo una regla básica para escribir esto, aquí y ahora: intento ser buena gente y el maestro de periodistas, Kapuscinski afirmaba que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser buenos seres humanos: «Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias». En ello estamos.

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