sábado, abril 14, 2012

La siesta digital: retroceder en el tiempo le sentará bien


¿Cada cuánto tiempo mira el móvil? ¿Y twitter? Si no obtiene una respuesta casi instantánea a un comentario ¿se pone nervioso? Si ha olvidado el celular en casa ¿Le entran sudores fríos? ¿Es capaz de estar en una ciudad distinta a la suya sin andar conectado las 24 horas? ¿Twittea igual que respira? ¿Anda como loco por poner algo nuevo en su muro de Facebook?; Si se le descuelgan diez amigos de golpe ¿entra en pánico?; Si ha respondido a todo que sí, entonces, Houston, tenemos un problema y no pequeño: es usted un adicto a las nuevas tecnologías. Incluso iría más allá, si sabe que este uso continuado del correo electrónico y las redes sociales le agota y aún así no pone coto, amigo, usted padece tecnoestrés; un palabra que se ha inventado la preclara mente de José María Martínez Selva y que muestra palmariamente que estos quehaceres y padeceres son un signo de los tiempos. Por un lado, nuestra empresa, nuestro negocio, nos agradecen que estemos siempre ahí: una respuesta a un mail no superior a las 24 horas si es fin de semana, e inferior a la hora y media si es horario lectivo. A usted le pinchan para generar una acción y usted azuza al colega, empresario, contacto que corresponda, en un círculo vicioso sin fin. ¿Se puede vivir sin estar omnipresente en el área digital? Obviamente, sí. Acuérdese de esa época en la que el móvil no existía. Incluso recuerdo los tiempos remotos de las cartas con matasellos y escritas a mano por los amigos. De esto hace más de 20 años, el pleistoceno, vamos. Cierto: el tiempo marca su compás inexorable y ¡Pasa tan rápido!. Este momento ya se ha ido. Si hoy no besa a quien quiere, ese beso pasa de largo. Los que tenemos personalidad adictiva debemos andarnos con mucho ojo y si caemos en una nueva adicción, que esta sea saludable: es decir, no nos estropee la espalda, los ojos y el culo –que es lo que sucede cuando no nos despegamos del poder hipnótico de la pantalla del PC— Que nos haga mejores, más listos y divertidos. Hágase adicto al yoga, al baile, a los amigos. Sea un vicioso de la reconexión social en vivo y en directo, que se nos está olvidando y es una pena. Por eso, si puede, si tiene cuatro días de vacaciones a partir de hoy, practique lo que Selva denomina “la siesta digital”; juegue con su hijo (yo lo haré con el mío) disfrute del contacto directo de amigos y familiares; cómase una mona de pascua y unas habicas tiernas; recree su vista en esta esplendorosa primavera. En resumen: retroceda 20 años en el reloj del tiempo. Verá qué bien.

3 comentarios:

Antonio Rentero dijo...

Todo en su justa medida. Cambia Twitter o email por "electricidad", "automóvil", "agua caliente" o "cerveza fría" y volvemos al beatus ille. Ni todo el progreso es excelente per se ni perjudicial intrínsecamente. Es el abuso, no el uso, lo que convierte en perjudicial un avance.

A Don Quijote se le secó el seso de tanto leer... ¡ah, libros! pérfido invento.

LOLA GRACIA dijo...

Sólo hablaba de retrocer 20 años, no 300 :)
Besicos, Rentero

Fran dijo...

Te daré parte una importante de razón, la que tienes al leerte en lugar de seguir como empecé la mañana con la última novela de Empar Moliner. Pero tampoco despreciemos medios que nos han servido para tener una vida activa cuando la rea, en ocasiones, no nos dejaba tenerla.