domingo, enero 15, 2017

Trump, el abusón naranja

     

 El otro día Pablo Motos pedía a Miguel Bosé que diferenciase entre pollo o Trump. Mostraba fotos incompletas de ambos ejemplares. Y lo cierto y verdad es que Trump está más cerca de pollo que de humano. Su ascendencia escocesa-alemana le hace blanco y lechoso pero como se empeña en autobroncearse  —a saber con qué pontigues —pues ya sabéis lo que pasa, se ha convertido en un ser naranja. Así que tenemos a un candidato que, físicamente, es una mezcla de pájaro loco y pollo desplumao. Un horror. Aunque España entera odie a Trump y digan de él que es un baboso, machista, borracho, racista, abusador, pusilánime, hipócrita y un loco con ansia de poder, no nos engañemos, Trump está ahí porque mucha gente le ha votado. En concreto, casi 13 millones de norteamericanos.

De hecho,  ganó en todos los estados donde se celebraron primarias y su resultado es el mejor de todos los candidatos que ha tenido el partido republicano a lo largo de su historia. Así que, se acabaron los chistes. Si este señor se alza con la presidencia, América está jodida. Un producto tan americano como él, hijo y nieto de inmigrantes, quiere cerrar la frontera a los que no son tan rubios ni lechosos como él. Y América no es eso. América es grande, es multirracial, tiene aún un presidente de color y esperemos que pronto una presidenta mujer. ¿Por qué no nos extrañan las acusaciones de sobeteos y agresiones que se le hacen a Trump? Porque en su estúpida naranjez, Trump tiene algo que le hace llegar a esa gente con la que se identifica. Es transparente y es un peleón. Y eso nadie se lo puede negar. El chaval que fue expulsado de varios colegios, que prefirió la Escuela de Negocios a la Universidad y que llevó a la quiebra a su emporio para volverlo a levantar, no se rinde. Se arma de razones. Se cree a pies juntillas el derecho de entrar al camerino de Miss Universo, porque para eso era medio propietario del certamen. Porque ese tipo de personas no piden permiso. Toman lo que quieren. Donald actúa como un demente que no tiene nada que perder. Y eso le convierte en un ganador por mucho que nos repatee.

 Su apellido (transformado del original alemán Drumpf) Trump, rima con otra palabra que le pega mucho: tramp. Es un zorro, un listo, un fresco y sí, un poco vagabundo. Si ha llegado tan lejos no es sólo por su poder económico es porque él se lo cree. Es políticamente incorrecto y esto es lo único que podría gustarme de Trump, si no viese tras él al fantasma de ese otro animal de bellota con bigote que apellidada Hitler. Sus llamados a hacer "América grande otra vez "son calcados de esa voz terrible que se alzó en una Alemania de posguerra , devastada y humillada. Y esa América miedosa, proteccionista, segregacionista, machista y también humillada por una falsa concepción del orgullo y el amor propio es su eco más claro y terrible.

 20 libros, una estrella en el paseo de la Fama, un programa de televisión durante un año. Un doctor Honoris Causa que le arrebataron por decir tantas burradas, una ex-esposa choni como pocas. Una esposa que es una Barbie de manual, Trump es un collage caótico e irresponsable que arderá por estupidez o quizá por combustión espontánea. Trump, hazle un favor al mundo  y regresa a tus pisicos, hombre. Como broma ya has llegado demasiado lejos. Ya le has demostrado al universo que, naranja y todo, nos puedes acojonar en unos pocos meses.  

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